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     Crónicas de L'Ernexto  
   
Salida en bicicleta


Aquella ma�ana, la rueda de la bicicleta estaba tan vac�a como mi est�mago al alba y nada bueno auguraba. No es habitual que esto suceda y de ah� mi sorpresa y una cierta preocupaci�n. Pensaba salir a dar una vuelta de 30 kms por los senderos del pueblo, entre praderas de margaritas y trigales de un bonito tono verdegay, que me acabo de enterar que es verde claro y estoy loco por soltarlo. No se me vac�an a m� las ruedas de un d�a para otro con ninguna frecuencia, as� que no me gustaba el cariz de la cuesti�n. Lo l�gico ser�a deducir que ten�a alg�n pinchazo serio que requer�a tratamiento urgente de quir�fano, pero eso implicaba desmontar la rueda trasera que es la m�s fastidiosa por llevar los pi�ones y tal. Desmontar la rueda me atra�a tanto como una patada en el trig�mino, as� que decid� suponer que mi rueda planchada volver�a a la vida en cuanto la inflase a bofetadas, con una bomba de tama�o natural que tengo para tal efecto. El ser humano tiende a creerse sus propias mentiras cuando la verdad no le gusta, quiz� por un infundado optimismo o un deseo ferviente de que existe una soluci�n f�cil. As� pues decid� correr el albur de que una vez plet�rica de aire, la rueda aguantar�a por tiempo indefinido.

Con las dos ruedas orondas y duras al tacto me di por satisfecho. Recog� un mapa de la zona, que llevo mayormente para llegado el caso, comprobar que no me sirve de nada, pues siempre hay alg�n caminejo que no figura sobre el papel, o arroyos que figuran en el mapa, y en ese momento no est�n donde debieran, en la realidad. Otras veces me lleva tanto tiempo aclararme, que prefiero echar una moneda al aire y decir, "por aqu�". Y de este modo tan cient�fico siempre logro llegar a donde no debo.

Me vi rodando por un sendero terroso que culebreaba hasta el horizonte, m�s bonito en la distancia que bajo mis pies. Visto de cerca se apreciaban �speras, las arrugas profundas que hace tiempo tall� la lluvia. En la lejan�a era una blanca cinta ondulante copiada de un cuento de hadas.

Una lluvia de margaritas hab�a ca�do en el campo, ti�endo de amarillo los ojos, que sorprendidos las miraban. Al otro lado del sendero se extend�an mares verde azulados de trigo tierno y sus esbeltas espigas, ondul�ndose, parec�an alegrarse de mi presencia.

Al principio, cada dos metros recorridos me bajaba de la bici y comprobaba si la rueda trasera estaba en estado comatoso, pero para mi sorpresa y satisfacci�n, conservaba su redondez airosa y opulenta. Fui cogiendo confianza y pens� que efectivamente la rueda iba a aguantar sin problemas. Dada mi "habilidad extrema", no me ca�a de la bici, pero los kil�metros iban cayendo uno tras otro, aunque como el suelo estaba cerca no se hac�an da�o. Sub�a y bajaba lomas, caminejos agrietados, piedrecillas, grava, hormigas... Todo pasaba bajo mis ruedas y ya me hab�a olvidado de que mi rueda trasera guardaba un secreto que podr�a manifestarse en cualquier momento. Se me acab� al fin la zona campestre y llegu� a una carretera. All� decid� dar la vuelta y apresurarme a ver si llegaba antes de que cerrasen la panader�a. La cosa iba sobre ruedas (dos concretamente) y cuando estaba por el kil�metro veinticinco, pill� un bache y el sill�n se me baj� completamente. Desmont� de mi caballer�a met�lica para volver a subirlo. De paso toqu� la rueda y observ� que hab�a perdido aire. Bueno, ha aguantado bastante, me dije, ahora voy, la inflo y ya hasta casa de un tir�n. En realidad casi pod�a haber seguido con el aire que quedaba pero se me ocurri� que para algo llevaba una bomba. As� pues le di unos cuantos bombazos y observ� el resultado. La rueda que antes estaba bastante llena, estaba ahora completamente planchada, gracias a mis esfuerzos. Me qued� turulato, sorprendido y boquiabierto porque yo puedo estar muchas cosas a la vez. Despu�s de varios intentos en que casi sal�a humo de la bomba, gracias a mi empe�o, acept� el hecho de que era igual que llenar un hoyo en la playa con un cubo de agua. La bomba estaba rota y hab�a elegido un buen momento para comprobarlo. No s�lo no infl� nada si no que desinfl� todo, al presionar el pitorrito ese que hay en la v�lvula de inflado. �Vaya, que suerte tengo!, deb� pensar. Mala, pero suerte al fin y al cabo.

Mientras diger�a el hecho de que tendr�a que empujar la bici durante 5 kms y cuando llegase al pueblo, la panader�a estar�a perfectamente cerrada, acert� a pasar por el camino de tierra, ahora m�s ancho, un coche. Por el aspecto del conductor que viv�a dentro, me di cuenta de que no hab�a elegido este pa�s para nacer y que proced�a de tierras lejanas. En el asiento de atr�s, una mujer y un ni�o.

- �No tendr�s una bomba de inflar, verdad hermoso? Le dije yo, m�s o menos. El hombre sonre�a. Quiz� la situaci�n le hac�a m�s gracia que a mí. Quiz� no me entend�a, pero cuando ves a un t�o vestido de ciclista, con la bicicleta tirada en el suelo y accionando una bomba en el aire, no hace falta ser Sherlock Holmes para hacerse una idea de lo que pasa.
- No, me pareci� que contest�
- �Entiendes algo de bombas para inflar ruedas desinfladas de bicicleta? �Ehhhh?

El hombre segu�a sonriendo. Por su expresi�n bovina, comprend� r�pidamente que entend�a menos de bombas que yo, lo cual es alarmante. Como aquella conversaci�n no ten�a futuro, cada cu�l se fue por su lado. Quiero decir que el se fue y yo me qued� tirado en el arroyo.

En mi deseo de que alguien viniera a socorrerme, vi que a poco de estar all� pasaba un cura seguido de dos monaguillos. Sin duda iba a administrar auxilios espirituales a alg�n moribundo que viv�a cerca.

- Padre, �Entre sus atributos de salvador de almas, no tendr� una bomba para inflar ruedas?, le pregunt�.
- �Aparta imb�cil, que llevo prisa! y me atiz� recio en el casco con el hisopo del agua bendita.
- Gracias padre, no me ha inflado la rueda, pero se me ha quitado la sed.

Convencido de que no me llegar�a ayuda del exterior, porque lo del s�ptimo de caballer�a es cosa que solo pasa en las pel�culas, agarr� mi bici y bajo el sol que ya pegaba con fuerza, y los sesos cocidos por el casco, la empuj� durante 5 kilómetros contento de que no me cayeran granizos como huevos de paloma.

Con el continuo rodar de la llanta met�lica sobre la goma de la cubierta, ésta acab� casi raj�ndose.

Pero todo esto pas� ayer. Hoy estoy contento porque tengo una rueda nueva.

Ernesto Medina (16 de mayo de 2007)


 
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