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Subida al Toubkal.
Mi primer cuatro mil.
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Ángel
Flores, octubre 2006
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El Jbel Toubkal, con sus 4.167 metros, es la
cima más alta de África del Norte. Creo que es la cumbre
más espectacular de Marruecos.
He sentido una enorme satisfacción al pisar la cumbre m�s alta
del Atlas, pero no considero que sea una gran hazaña coronarla
en verano; espero repetirla en invierno
o en primavera con nieve y que represente alguna mayor dificultad,
aunque no hay que olvidar que es algo más de cuatro mil metros
y se notan tanto en el mal de altura en montaña, como
en la fatiga, en que las rampas y pedreras son bastante fuertes, o
en el intenso frío que se siente al
hacer cumbre.
El viaje comenzó en Marrakech, ciudad capaz de sorprender a
cualquiera de muy grata manera a pesar del caos circulatorio y de
la impresionante diferencia de clases que sufre. Vivir un día
y una noche la vida de esa increíble plaza de Jaimar El Fana
es una experiencia �nica. El ambiente nocturno, la música de
los timbales y yembés rodeándote y la alegría
que te envuelve hace de la noche en esta ciudad un lugar irrepetible.
La misma sensación te invade al pasar una noche en el famoso
Hotel Ali, (hotelali@hotmail.com) donde se respira un ambiente mochilero
�nico y donde si no tienes mucha idea de c�mo organizarte una expedici�n
por el Atlas o hacia el Toubkal, puedes tener seguro que encontrarás
la ayuda necesaria.
Allí contacté con el guía con el que subí
al Toubkal, y puedo decir que por 140 � no se puede pedir más:
taxi desde Marrakech a Imlil, ida y
vuelta (70 kilómetros), guía durante dos días,
una mula y un mulero (que para ellos es fundamental por todo lo que
llevan), el pago del refugio y la comida, agua, cenas, desayunos y
té de los dos d�as. ¡Ojo!,
se ofenden si intentas llevar tú algo, ellos se encargan de
todo, no te dejan ni que les ayudes; a veces piensas que más
que un guía llevas un mayordomo.
Comenzamos la subida a las seis de la ma�ana en un taxi desde Marrakech
a Imlil por la carretera de Tahanaoute con parada en los mercados
de Asni para comprar la comida que el guía necesitaba y que,
por supuesto ya estaban incluidas en los 140 � totales.
Llegamos a Imlil, pueblo dedicado casi íntegramente
al Atlas. Si lo deseas, en lugar de contactar con los guías
en Marrakech puedes hacerlo desde aqu� directamente e inclusive se
pueden contratar por Internet. Más sorpresas en Imlil, aldea
sin nada de nada: hay dos cibercafés y todos los guías
tienen su propio correo electrónico. El que yo contrat� es
id_mansour@yahoo.fr
Si se hace el viaje en coche propio hay que tener en cuenta que en
estas carreteras no suelen caber dos, por lo que ambos se salen
un poco de la carretera. Al llegar a Imlil se puede dejar el
coche en la plaza (lo llaman 'parking'), donde hay un guarda que duerme
en su coche y que te cobra 10 dirhams al día por cuidártelo.
Y comenzamos la aproximaci�n al refugio Louis Neltner desde Imlil
(1.740 mts). El sendero al principio es una polvorienta pista por
la que sube algún automóvil hasta el pueblecito de Amroud,
a unos mil novecientos metros de altitud. La vista hacia el sur es
magnífica, distinguiéndose las numerosas aldeas que
se alzan en las cercanías de Imlil; al fondo, las montañas
donde están las pistas de esquí de Oukaimeden.
Fue en Amroud donde el guía me dio la primera sorpresa:
me invitó a pasar a su casa donde me prepararon un té
a la menta magnífico y una ración de farina, una mezcla
de higos y todo tipo de dátiles en polvo. Fantástico,
como admirable es la maravillosa cultura familiar que tienen, se entiende
que asuman la falta de medios económicos que, desde luego,
no echan en falta por la increíble unión familiar de
todos ellos.
A partir de Amroud el camino desciende un poco hasta un muy amplio
cauce de piedras de un río por el que baja un hilillo de agua
en verano pero que debe ser impresionante en época de lluvias
fuertes. Al pasar las últimas casas de Amroud comienza la subida
a la izquierda por un camino muy bien marcado; no tiene pérdida
porque a cien metros (lineales, no de altura) veremos un gran pozo
de agua y sus canalizaciones. Ascenderemos progresivamente hasta llegar
a una aldea bereber llamada Sidi Chamarouch (a unos 2.300 mts de altura)
y que se distingue por tener en el centro una enorme piedra pintada
de blanco. Históricamente es un lugar de peregrinación,
aunque hoy en d�a es un pequeño mercadillo de recuerdos (alfombras
y otros objetos artesanales) que pueden salirte, si no tienes mucho
cuidado, más caros que en el propio mercadillo de Marrakech.
Hay algo sorprendente: ellos no tienen acceso a poder comprar equipo
de montaña, guantes, cortavientos, crampones, etcétera,
por lo que te piden el trueque al cambio; hay gente que se paga todos
los recuerdos con prendas usadas que desea tirar y que al descenso
lo cambia una vez pactado en el ascenso consiguiendo así aminorar
el peso de la vuelta. Aquí fue mi segunda sorpresa con el guía:
mientras que miraba las tiendecitas me preparó un suculento
cuscús y allí mismo com� fenomenalmente, en mesa y caliente.
Saliendo de Sidi Chamarouch comienza una fuerte subida en zigzag aproximadamente
a la mitad del trayecto. A partir de aquí el camino va ganando
altura siguiendo unas veces más cerca y otras más separado
el riachuelo que dejamos en Sidi Chamarouch y que nace en una pequeña
cascada pasando cien metros del refugio
Neltner del Toubkal (3.207 mts), al que se llega sin pérdida
por el camino, que está muy marcado.
Lo primero que sorprende del refugio es la cantidad de tiendas de
campaña que hay a su alrededor, y que
siempre te encuentres con las típicas jaimas magrebíes
de las excursiones de treking alrededor del Atlas y, además,
puedes llevarte la sorpresa de encontrar un grupo de malague�as
haciendo dicho treking que, desde luego, pusieron la nota de alegría
en la noche del refugio.
El refugio me llamó la atención
por su gran limpieza, en las habitaciones, en los baños,
en las duchas... Está perfectamente equipado aunque sorprende
que no tiene cobertores en las camas, por lo que es obligado llevar
saco. En mi caso no lo llevaba, pero, ¡oh sorpresa!, el guía
tambi�n había pensado en eso y en la mula llevaba uno adicional
para mí.
A las 4:30 de la mañana me dijo el guía que tendr�amos
que salir. La verdad es que me pareció muy pronto y cuando
me levanté vi que el resto de los guías ya estaban haciendo
los desayunos a los expedicionarios (insisto en que es increíble
lo de esta gente) y entonces me di cuenta del porqué de la
hora, �estamos en Ramadán! y ellos no pueden comer ni beber
a partir que despunta el alba.
Desayunamos y arrancamos con los frontales encendidos, por detrás
del refugio donde encontramos la pequeña cascada donde nace
el río que baja hasta Sidi Chamarouch y donde empieza una subida
muy empinada y que, al tiempo, es una gran canchal, pero la verdad
es que la subida hasta el pico no representa ninguna dificultad técnica,
simplemente pedreras de todos los tipos y tamaños, muy resbaladizas
y muy empinadas.
Lo que más sorprende son los enormes hitos que marcan el sendero
y que en unos casos están muy juntos y en otros no los ves
desde uno al siguiente, pero el camino está
muy bien pateado y en verano se ve sin problemas. Enseguida vemos
el collado Tizi n'Toubkal, de 3.971 metros. Y a la derecha vemos al
Toubkal Oeste, de 4.030 metros, también llamado el Toubkal
pequeño, una cima en la que, vista desde el Toubkal, se distinguen
tres senderos de gente que ha hecho su muy f�cil subida y que, desde
luego, no merece la pena, ya que lo que se ve desde allí ya
lo ves desde el Toubkal grande.
Siguiendo el camino a la izquierda vemos la impresionante imagen del
Jbel Toubkal desde la cara norte, muy aérea. Seguimos el camino
ya con un fortísimo viento y sólo con esa dificultad,
(además de la que representa en sí la altura, que se
nota de verdad y tienes que ir parándote de vez en cuando y
desde luego andando más despacio de lo normal), cumbreamos
el Jbel Toubkal, de 4.167 metros. Desde el refugio hemos tardado tres
horas y media.
Arriba es increíble, un artefacto horrible en forma de cono
metálico con los nombres de algunos de los que han subido no
consigue desmerecer la impresionante vista del Atlas a todos los lados.
Tuve un fant�stico día de sol y mirases hacia donde mirases
te quedabas impresionado de la magnitud que en cada montaña
te encuentras. Sólo el terrible viento helado te hacía
pensar en comenzar la bajada. Por hacernos una idea, Imlil est� a
1.740 metros de altura y se distinguía desde la cumbre, increíble.
La bajado, por supuesto, por el mismo sitio, ya que el guía
me indicó que podíamos bajar por una cresta más
difícil pero muy bonita, que al final terminaba en el mismo
camino pero que no lo aconsejaba en un día con tanto viento.
Así que ¡hala! pedreras resbaladizas para abajo para
en la misma jornada descender 2.500 metros, desde la cumbre hasta
Imlil. Casi ocho horas de descenso y sufrimiento de los cuádriceps.
Mi primer cuatro mil. Desde luego diferente a todo lo que he hecho
hasta ahora y, por supuesto, una experiencia que deseo repetir, pero
la próxima vez bien nevado y en primavera. Tiene que ser una
experiencia única sentir el sol marroquí en estas increíbles
cumbres nevadas.
¿Quién se anima?
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